Peña del Gato – La Pedriza
Ya era hora de que nos volviéramos a juntar “los Tres Mosqueteros de la roca” así que, a pesar de que parecía que nos iba a tocar pasar frío, quedamos Mikele, el Torete y yo, antes de que amaneciera en la churre de Manzanares, para la primera salida del año juntos.
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Como siempre, Mikele ya tenía claro el sector al que
llevarnos. Esta vez no íbamos a entrar ni por El Tranco ni por Cantoco, ya que nos
dirigíamos a uno de esos “secretivos” que tanto le gusta descubrirnos: la Peña
del Gato.
Esperamos a que asomara el sol y pusimos rumbo a este sector
desconocido para “los Brou”.
Llegamos en coche hasta la parte más alta de la urbanización
que da nombre al sector, en Manzanares y desde la calle de Las Golondrinas,
cogimos la senda que sale desde la propia calle.
Caminamos como si fuéramos hacia Soto, por encima de la
carretera y viendo el embalse de Santillana siempre a nuestra derecha. Aunque
hay que andarse con ojo y no es del todo evidente, el camino para llegar es
bastante llano y no debería tardarse más de 30 minutos. Eso sí, debido a que
Mikele llevaba tiempo sin ir, dimos alguna vuelta de más, lo que no vino del
todo mal para entrar en calor, mientras el sol empezaba a brillar con un poco
más de fuerza.
Tras pasar una cerca con una puerta metálica, un mirador al
embalse arropado por una enorme piedra y unas bonitas vistas y una zona de Boulder,
llegamos a una Majada, en cuyo patio encontramos unas colmenas. La mejor forma
de llegar a la peña del gato es coger el camino que sale a la izquierda según
tengamos en nuestras narices la puerta de la majada. Tendremos que ir unos 10
minutos “a trocho” y subiendo en dirección a la peña que vemos enfrente y que
ya es nuestro objetivo.
Una vez llegamos a La Peña, encontramos 2 sectores. En la
parte de abajo y resguardado por los árboles y matorrales 5 o 6 vías,
accesibles pero algo más duras, así que como llevábamos tiempo sin apretar
decidimos subir a la zona de arriba, donde las vías son algo más tumbadas, para
volver a coger sensaciones.
Hasta la hora de comer nos dio tiempo a hacer 4 vías (de la
1 a la 5 en el croquis, dejando la 2 de lado ya que empezaba desde el sector de
abajo. No son vías excesivamente largas ni de mucho grado, pero merecen la pena
cuando llevas tiempo sin salir a la roca, ya que no son tan de adherencia y tienen bastante
regleteo.
Un sector digno de conocer y muy recurrente en invierno, los
días que uno no quiera patear demasiado o madrugar para entrar por Cantoco. Además,
dio gusto ver a Torete encadenarse las vías a vista o a flash… tendremos que
salir más a menudo, que el pequeño de “la familia” está empezando a coger
confianza y nos dio una magistral clase de escalada de la buena.
Hasta el
próximo post, os dejo con el tema del día